Nunca es tarde, es posible
Si es posible salvar vidas hasta los 85 años por qué no hemos de ser capaces de desarrollar nuestro espíritu de sacrificio, mirar en nuestro interior y demostrarnos a nosotros mismos que todo puede ser posible.
¿Y si cambiáramos nuestra forma de enfrentarnos al problema, aumentáramos nuestra capacidad de sacrificio, nos guiáramos no por nuestras sensaciones, sino por el razonamiento y un plan preestablecido y fuéramos capaces de sacrificar una parte “esencial” de nuestro día a día en pos de unas metas que de entrada nos parecerían superfluas, innecesarias y por lo demás fuera de alcance?